¿Es
el MI un movimiento social u otro tipo de interacción informal como las
protestas puntuales (por ejemplo: las marchas vecinales contra la construcción
de mezquitas) o las coaliciones coyunturales (por ejemplo: No a la Guerra,
Nunca Mais)?
El
Movimiento de los Indignados (MI a partir de ahora) es tanto un movimiento
social como una protesta informal. El sector de la población que se ha
movilizado no lo ha hecho de una forma organizada en torno a un partido o una
asociación. Una de las características del movimiento ha sido precisamente que
se han portado como una red sin una jerarquía o un apoyo de élites dominantes
(partidos, sindicatos, mundo de la cultura). Su origen es, por tanto, el mismo
que el de una protesta puntual (cuya base son las protestas contra la ley Sinde
y que se han ido generalizando y extendiendo).
Por
otro lado el MI ha evolucionado hasta convertirse en una coalición coyuntural. Se ha mantenido en el tiempo, ha recogido
apoyos de varios sectores y han establecido una base más amplia. Sus protestas,
si bien algunas eran de carácter general (solicitan mayor democracia y
transparencia) otras tenían objetivos claros. A saber: cambio en la ley electoral,
derogación de la ley Sinde…
El
MI es, en definitiva, la suma de ambos tipos de movimiento. O al menos lo fue,
porque su presencia tanto en la calle como en las redes sociales e Internet se
ha ido diluyendo como un azucarillo. No así como sus miembros o proclamas, que
han sido tomadas por otros grupos y organizaciones.
2.
Si
el MI es un movimiento social, ¿por qué lo es? ¿Defienden una visión
alternativa del mundo? ¿Se puede hablar de una identidad colectiva del MI?
En
efecto, es un movimiento social. Pero no es un movimiento homogéneo.
Internamente sufre de varias contradicciones, motivadas por la diversidad de
sus integrantes. En su interior encontramos grupos políticamente definidos,
estudiantes, apolíticos, desempleados, amas de casa o hasta jubilados (los
llamados yayoflautas). Por no hablar de que los MI de Cataluña tienen cierto
sesgo independentista.
Toda
esta heterogeneidad tiene dos consecuencias inmediatas:
a.
Es imposible hablar de una
identidad colectiva real. Por supuesto existe el sentimiento de pertenencia a
un grupo. Pero no es el grupo predominante. El MI es añadido a la identidad
individual, pero nunca la ocupa por completo. Así, quién antes era anarquista
lo sigue siendo. La feminista se mantiene como feminista. El ama de casa no
deja de ser ama de casa. A ese sentimiento se añade la categoría de pertenecer
al MI, cierto. Pero nunca la sustituye.
b.
La segunda consecuencia es que, si
bien los integrantes tienen una visión alternativa del mundo, esta nunca será
homogénea y afín a todos sus miembros. Los deseos y objetivos son diferentes y
es imposible tener un movimiento tan amplio, que aglutine a tantas personas y
lograr crear una metanarración (Lyotard, 1979) propia que sustituya la metanarración
actual dominante. Así por ejemplo es muy complicado que un participante del MI
que ha estudiado matemáticas y ha trabajado esporádicamente busque las mismas
ideas que un anarquista que ha estudiado filosofía. Por no hablar de los casos
en que hay un salto generacional, donde han crecido con una metanarración diferente.
Dicho
todo esto, ¿podemos decir si el MI es un movimiento social? La respuesta es que
sí. Al menos si entendemos el movimiento social como una agrupación no formal
de individuos u organizaciones dedicadas a cuestiones socio-políticas que tiene
como finalidad el cambio social[1].
El MI y el 15-M es una organización no formal (al menos no institucionalizada),
aunque su nacimiento fue en gran medida espontáneo. Se dedican a cuestiones
socio políticas (buscan cambio en el modelo político, sobre todo en temas de corrupción
y sistema electoral) y que esto permite un cambio social más igualitario.
En
definitiva, el MI es un movimiento social. Pero es tan heterogéneo que es
difícil definir cuáles son sus objetivos principales o qué prioriza.
¿Debería
constituirse el MI en grupo de presión? ¿Y en partido político? Justifica la
respuesta en ambos casos.
A
pesar de las recomendaciones de Beppe Grillo[2] no
creo que el MI deba institucionalizarse. Ni como partido político ni como grupo
de presión. Y si lo hace dejará de ser una fuerza de cambio para pasar a ser un
elemento más del sistema que quiere modificar y contra el que tanto ha luchado.
El
éxito del 15-M y del MI en general ha sido saber atraerse a amplios sectores de
la población. Es cierto que muchos de ellos eran jóvenes y que buena parte ha
votado a partidos progresistas o de izquierdas (Escámez; 2011). Pero otros no.
En
esas plazas de Madrid o Granada, donde yo mismo estuve, podías encontrar a
gente de todas las ideas. Unos más concienciados que otros. Con una ideología
marcada o que simplemente buscaba soluciones concretas a problemas reales y
definidos.
Ese
apoyo popular se diluiría como un azucarillo en un vaso de agua de
institucionalizarse. Buena parte de los simpatizantes que se dejaron los
riñones, el sueño, las esperanzas y la sangre en las plazas se sentirían
traicionados. Otro porcentaje ya participa en partidos políticos y, en el mejor
de los casos, no creo que abandonaran las formaciones a las que pertenecen un
número significativo de ellos. Por otro lado tenemos a los que están hartos del
sistema, de la corrupción y de cómo funciona. Que jamás aceptarían ser parte de
sistema.
Y
aun con todo quedarían quienes estarían de acuerdo con institucionalizar el MI,
sí. Pero no serían todos ni tendrían el espectacular apoyo del que gozó el MI.
¿Se convertirían acaso en una fuerza política minoritaria? ¿Para qué serviría
eso? ¿Para tener la presencia de IU o UPyD? ¿Iban acaso a robarles votos? ¿O no
serían estos dos partidos quienes se beneficiarían de ellos?
No.
El MI no debe ni puede institucionalizarse. Debe permanecer como lo que es, un
movimiento civil y ciudadano. Debe continuar aglutinando la frustración, la ira
y las inseguridades de una población cada vez más frustrada, airada e insegura.
Y
es que, a pesar de lo que puedan decir los viejos catedráticos y líderes
partidistas alejados de la realidad, lo cierto es que los partidos políticos
han perdido su razón de ser.
Dicen
los teóricos post-modernos que la nueva época ha traído consigo el decaimiento
de las grandes ideologías. Foucault además nos alertaba de los peligros de la
estructura y del sujeto sujetado (Foucault, 1990) y del estado.
Está
pasando. Con el decaimiento de las grandes ideas la legitimidad de los grandes
partidos ha desaparecido. Convertidos en entes <<catch all>> son incapaces de legitimarse a sí mismo o al
sistema al que sirven. Ni siquiera ofrecen una metanarración atractiva más allá
de la neoliberal, que han abrazado como propia sin pararse a considerar otras
posibilidades. El partido político, al no estar legitimado, carece de la fuerza
para actuar.
Al
mismo tiempo vemos como la fuerza del estado-nación cae en picado,
especialmente en el sur de Europa. Influenciados por potencias extranjeras
(España o Grecia son poco menos que colonias y landens asociados) e inmersos en
procesos regionalistas internos. A día de hoy el estado sólo sirve para
asegurar la reproducción de los elementos que forman y sujetan al sujeto. Es
una herramienta alienante que no ofrece ninguna contrapartida positiva.
¿Qué
ofrece al MI ser un partido político? Incluso aunque llegaran al poder, ¿qué
iban a hacer entonces? ¿Promover un cambio en el sistema? Es más fácil hacerlo
desde el exterior.
Y
es más fácil lograrlo a través de lo que ha sido hasta ahora el MI. A través de
la desobediencia civil que tanto fomentó ya Thoreau (Thoreau, 1848) . Sirviendo como plataforma a través de
las que lanzar escraches masivos. No pagando impuestos (Thoreau, de nuevo).
Atacando las páginas webs del ministerio. Ejerciendo una presión masiva y
sacando a la ciudadanía a la calle.
En
otras palabras, si el MI realmente quiere cambiar el sistema tiene que hacerlo
a través de formas alternativas de participación. El voto y las instituciones
se han convertido en elementos legitimadores de un sistema anquilosado que nada
tiene ya que ofrecernos.
En definitiva,
sólo a través de un movimiento ciudadano articulado, dinámico y ágil, capaz de
formar una sociedad civil activa, podremos alterar la situación. Sólo entonces
se volverá a legitimar el sistema de gobierno, se superarán las contradicciones
y se dejarán atrás las sujeciones del sujeto. Al menos temporalmente.
Porque el ciudadano, si quiere garantizar su libertad, debe
permanecer ojo avizor, siempre dispuesto a rebelarse si las injusticias o la
corrupción dominan a la sociedad y las instituciones.
En
todo ese proceso contestatario el MI debe actuar como catalizador y encendedor.
Es una herramienta que, llegado el momento, será desechada. Nunca, jamás, debe
ser un fin. Como le acabaría pasando de institucionarlizarse.
En
caso de constituirse en grupo de presión o partido político, ¿qué pasos básicos
habrían de darse en su seno, teniendo en cuenta las características de ambos
tipos de organización?
Ya
he respondido y argumentado anteriormente que institucionalizarse es lo peor
que podrías hacer el MI.
Pero
por cumplir con el expediente, convocar alguna asamblea, conseguir
financiación, elegir a sus líderes o registrarse en el Ministerio del Interior
suelen ser los pasos más habituales. A partir de ahí establecer una red
clientelar que atraiga votos y conseguir algún medio de comunicación que actúe
como portavoz masivo.
En
caso de ser un grupo de presión deberán también elegir objetivos a los que
presionar y desarrollar una estrategia con unos objetivos definidos y una
estrategia clara a desarrollar.
Bibliografía:
CASQUETE, Jesús (2011):
“El movimiento de indignados”, Claves de Razón Práctica, Nº 214: 30-33.
ESCÁMEZ, Sebastián
(2011): “Crisis e indignación: sobre el Movimiento 15-M”, paper presentado en
el X Congreso de la Asociación Española de Ciencia Política
FOUCAULT; Michel;
(1990); Tecnologías del yo.
LYOTARD; Jean Francôis; (1979); La condición
postmoderna.
THOREAU; Benjamin;
(1848); Desobediencia civil.
[2] AGENCIAS;
“El movimiento de Beppe Grillo aconseja al 15-M que se organice y entre en
política”; en Público.es; disponible en: http://www.publico.es/455608/el-movimiento-de-beppe-grillo-aconseja-al-15-m-que-se-organice-y-entre-en-politica;
última visita 28/5/13