martes, 11 de junio de 2013

El 15-M. Pasado y futuro.

Hola criaturitas del señor. Pongo aquí una práctica (sí, así de guayis) que me ha molado cómo ha quedado. Son 4 páginas a Word, tampoco os traumaticéis.

 ¿Es el MI un movimiento social u otro tipo de interacción informal como las protestas puntuales (por ejemplo: las marchas vecinales contra la construcción de mezquitas) o las coaliciones coyunturales (por ejemplo: No a la Guerra, Nunca Mais)?
El Movimiento de los Indignados (MI a partir de ahora) es tanto un movimiento social como una protesta informal. El sector de la población que se ha movilizado no lo ha hecho de una forma organizada en torno a un partido o una asociación. Una de las características del movimiento ha sido precisamente que se han portado como una red sin una jerarquía o un apoyo de élites dominantes (partidos, sindicatos, mundo de la cultura). Su origen es, por tanto, el mismo que el de una protesta puntual (cuya base son las protestas contra la ley Sinde y que se han ido generalizando y extendiendo).

Por otro lado el MI ha evolucionado hasta convertirse en una coalición coyuntural.  Se ha mantenido en el tiempo, ha recogido apoyos de varios sectores y han establecido una base más amplia. Sus protestas, si bien algunas eran de carácter general (solicitan mayor democracia y transparencia) otras tenían objetivos claros. A saber: cambio en la ley electoral, derogación de la ley Sinde…

El MI es, en definitiva, la suma de ambos tipos de movimiento. O al menos lo fue, porque su presencia tanto en la calle como en las redes sociales e Internet se ha ido diluyendo como un azucarillo. No así como sus miembros o proclamas, que han sido tomadas por otros grupos y organizaciones.

2.      Si el MI es un movimiento social, ¿por qué lo es? ¿Defienden una visión alternativa del mundo? ¿Se puede hablar de una identidad colectiva del MI?
En efecto, es un movimiento social. Pero no es un movimiento homogéneo. Internamente sufre de varias contradicciones, motivadas por la diversidad de sus integrantes. En su interior encontramos grupos políticamente definidos, estudiantes, apolíticos, desempleados, amas de casa o hasta jubilados (los llamados yayoflautas). Por no hablar de que los MI de Cataluña tienen cierto sesgo independentista.
Toda esta heterogeneidad tiene dos consecuencias inmediatas:

a.      Es imposible hablar de una identidad colectiva real. Por supuesto existe el sentimiento de pertenencia a un grupo. Pero no es el grupo predominante. El MI es añadido a la identidad individual, pero nunca la ocupa por completo. Así, quién antes era anarquista lo sigue siendo. La feminista se mantiene como feminista. El ama de casa no deja de ser ama de casa. A ese sentimiento se añade la categoría de pertenecer al MI, cierto. Pero nunca la sustituye.

b.      La segunda consecuencia es que, si bien los integrantes tienen una visión alternativa del mundo, esta nunca será homogénea y afín a todos sus miembros. Los deseos y objetivos son diferentes y es imposible tener un movimiento tan amplio, que aglutine a tantas personas y lograr crear una metanarración (Lyotard, 1979) propia que sustituya la metanarración actual dominante. Así por ejemplo es muy complicado que un participante del MI que ha estudiado matemáticas y ha trabajado esporádicamente busque las mismas ideas que un anarquista que ha estudiado filosofía. Por no hablar de los casos en que hay un salto generacional, donde han crecido con una metanarración diferente.



Dicho todo esto, ¿podemos decir si el MI es un movimiento social? La respuesta es que sí. Al menos si entendemos el movimiento social como una agrupación no formal de individuos u organizaciones dedicadas a cuestiones socio-políticas que tiene como finalidad el cambio social[1]. El MI y el 15-M es una organización no formal (al menos no institucionalizada), aunque su nacimiento fue en gran medida espontáneo. Se dedican a cuestiones socio políticas (buscan cambio en el modelo político, sobre todo en temas de corrupción y sistema electoral) y que esto permite un cambio social más igualitario.

En definitiva, el MI es un movimiento social. Pero es tan heterogéneo que es difícil definir cuáles son sus objetivos principales o qué prioriza.  

      ¿Debería constituirse el MI en grupo de presión? ¿Y en partido político? Justifica la respuesta en ambos casos.
A pesar de las recomendaciones de Beppe Grillo[2] no creo que el MI deba institucionalizarse. Ni como partido político ni como grupo de presión. Y si lo hace dejará de ser una fuerza de cambio para pasar a ser un elemento más del sistema que quiere modificar y contra el que tanto ha luchado.
El éxito del 15-M y del MI en general ha sido saber atraerse a amplios sectores de la población. Es cierto que muchos de ellos eran jóvenes y que buena parte ha votado a partidos progresistas o de izquierdas (Escámez; 2011). Pero otros no.

En esas plazas de Madrid o Granada, donde yo mismo estuve, podías encontrar a gente de todas las ideas. Unos más concienciados que otros. Con una ideología marcada o que simplemente buscaba soluciones concretas a problemas reales y definidos.

Ese apoyo popular se diluiría como un azucarillo en un vaso de agua de institucionalizarse. Buena parte de los simpatizantes que se dejaron los riñones, el sueño, las esperanzas y la sangre en las plazas se sentirían traicionados. Otro porcentaje ya participa en partidos políticos y, en el mejor de los casos, no creo que abandonaran las formaciones a las que pertenecen un número significativo de ellos. Por otro lado tenemos a los que están hartos del sistema, de la corrupción y de cómo funciona. Que jamás aceptarían ser parte de sistema.

Y aun con todo quedarían quienes estarían de acuerdo con institucionalizar el MI, sí. Pero no serían todos ni tendrían el espectacular apoyo del que gozó el MI. ¿Se convertirían acaso en una fuerza política minoritaria? ¿Para qué serviría eso? ¿Para tener la presencia de IU o UPyD? ¿Iban acaso a robarles votos? ¿O no serían estos dos partidos quienes se beneficiarían de ellos?



No. El MI no debe ni puede institucionalizarse. Debe permanecer como lo que es, un movimiento civil y ciudadano. Debe continuar aglutinando la frustración, la ira y las inseguridades de una población cada vez más frustrada, airada e insegura.

Y es que, a pesar de lo que puedan decir los viejos catedráticos y líderes partidistas alejados de la realidad, lo cierto es que los partidos políticos han perdido su razón de ser.
Dicen los teóricos post-modernos que la nueva época ha traído consigo el decaimiento de las grandes ideologías. Foucault además nos alertaba de los peligros de la estructura y del sujeto sujetado (Foucault, 1990) y del estado.

Está pasando. Con el decaimiento de las grandes ideas la legitimidad de los grandes partidos ha desaparecido. Convertidos en entes <<catch all>> son incapaces de legitimarse a sí mismo o al sistema al que sirven. Ni siquiera ofrecen una metanarración atractiva más allá de la neoliberal, que han abrazado como propia sin pararse a considerar otras posibilidades. El partido político, al no estar legitimado, carece de la fuerza para actuar.

Al mismo tiempo vemos como la fuerza del estado-nación cae en picado, especialmente en el sur de Europa. Influenciados por potencias extranjeras (España o Grecia son poco menos que colonias y landens asociados) e inmersos en procesos regionalistas internos. A día de hoy el estado sólo sirve para asegurar la reproducción de los elementos que forman y sujetan al sujeto. Es una herramienta alienante que no ofrece ninguna contrapartida positiva.

¿Qué ofrece al MI ser un partido político? Incluso aunque llegaran al poder, ¿qué iban a hacer entonces? ¿Promover un cambio en el sistema? Es más fácil hacerlo desde el exterior.
Y es más fácil lograrlo a través de lo que ha sido hasta ahora el MI. A través de la desobediencia civil que tanto fomentó ya Thoreau (Thoreau, 1848). Sirviendo como plataforma a través de las que lanzar escraches masivos. No pagando impuestos (Thoreau, de nuevo). Atacando las páginas webs del ministerio. Ejerciendo una presión masiva y sacando a la ciudadanía a la calle.



En otras palabras, si el MI realmente quiere cambiar el sistema tiene que hacerlo a través de formas alternativas de participación. El voto y las instituciones se han convertido en elementos legitimadores de un sistema anquilosado que nada tiene ya que ofrecernos.

 En definitiva, sólo a través de un movimiento ciudadano articulado, dinámico y ágil, capaz de formar una sociedad civil activa, podremos alterar la situación. Sólo entonces se volverá a legitimar el sistema de gobierno, se superarán las contradicciones y se dejarán atrás las sujeciones del sujeto. Al menos temporalmente. 

Porque el ciudadano, si quiere garantizar su libertad, debe permanecer ojo avizor, siempre dispuesto a rebelarse si las injusticias o la corrupción dominan a la sociedad y las instituciones. 
En todo ese proceso contestatario el MI debe actuar como catalizador y encendedor. Es una herramienta que, llegado el momento, será desechada. Nunca, jamás, debe ser un fin. Como le acabaría pasando de institucionarlizarse.

En caso de constituirse en grupo de presión o partido político, ¿qué pasos básicos habrían de darse en su seno, teniendo en cuenta las características de ambos tipos de organización?
Ya he respondido y argumentado anteriormente que institucionalizarse es lo peor que podrías hacer el MI.
Pero por cumplir con el expediente, convocar alguna asamblea, conseguir financiación, elegir a sus líderes o registrarse en el Ministerio del Interior suelen ser los pasos más habituales. A partir de ahí establecer una red clientelar que atraiga votos y conseguir algún medio de comunicación que actúe como portavoz masivo.
En caso de ser un grupo de presión deberán también elegir objetivos a los que presionar y desarrollar una estrategia con unos objetivos definidos y una estrategia clara a desarrollar.

Bibliografía:
CASQUETE, Jesús (2011): “El movimiento de indignados”, Claves de Razón Práctica, Nº 214: 30-33.
ESCÁMEZ, Sebastián (2011): “Crisis e indignación: sobre el Movimiento 15-M”, paper presentado en el X Congreso de la Asociación Española de Ciencia Política
FOUCAULT; Michel; (1990); Tecnologías del yo.
LYOTARD; Jean Francôis; (1979); La condición postmoderna.
THOREAU; Benjamin; (1848); Desobediencia civil.



[2] AGENCIAS; “El movimiento de Beppe Grillo aconseja al 15-M que se organice y entre en política”; en Público.es; disponible en: http://www.publico.es/455608/el-movimiento-de-beppe-grillo-aconseja-al-15-m-que-se-organice-y-entre-en-politica; última visita 28/5/13

domingo, 9 de junio de 2013

Práctica Telemotril, grupo 2. Muerte de Chávez

La semana pasada fuimos a hacer una práctica a Motril. En ella teníamos que dividirnos en dos grupos, simulando ser cada uno una cadena de noticias con un perfil ideológico. En base a este perfil debíamos grabar una noticia sobre la muerte de Chávez. 


Para ello contamos con las instalaciones de Telemotril, donde los trabajadores nos aguantaron y ayudaron más de lo que nadie debería xD

El vídeo es el resultado del trabajo del grupo 2. A pesar de que no teníamos ni idea quedó algo bastante curioso y en general nos lo pasamos guay.

Presentador: Alberto
Presentadora: Alba
Enviado especial: Alfonso
Especialista: Florian
Entrevistadora: Margot
Embajador venezolano: David

Cámara 1: Rubén Tostón.
Cámara 2: David

Sonido y vídeo: Katja y Valeria

Productor: Cristian