lunes, 4 de marzo de 2013

¿Individualidad en sociedad?

Hola negros. Me habéis echado de menos, ¿a que sí? Lo sé. Lo noto en el aire. Para compensar la espera os traigo otro texto de filosofía política (qué le vamos a hacer, lo del sujeto sujetado me moló), porque no hay nada mejor que empezar así la semana, ¿eh?

Ala, que os sea leve a todos.



¿Individualidad en Sociedad?
Si eres perroflauta o sociólogo seguramente ésto no te mole. 


El individuo nace en el colectivo. Es un hecho natural y que, espero, no necesita de más explicaciones. Ya sabéis, chico conoce a chica, pim pam pum, toma lacasitos. 

A su vez el individuo crece y se forma en el colectivo. Se puede debatir más o menos, pero lo cierto es que si puedes leer éstas líneas es porque has crecido en una sociedad que te ha enseñado a leer un sistema de códigos que llamamos escritura y lenguaje. Por tanto, si el individuo nace, crece y se forma en sociedad (al menos en un porcentaje suficiente para perpetuarse a sí mismo), ¿hemos de entender que la sociedad es lo que está por encima?

Atendiendo a ésta idea uno no puede evitar pensar que los individuos actúan como parte de un todo, de una mente enjambre que se mueve por voluntad propia. Llámalo mano invisible, llámalo estructura. Llámalo como quieras.

Si a ésta forma de pensar añadimos las tesis de Foucault sobre la normalización y el sujeto sujetado la verdad es que nos queda un panorama curioso. El sujeto es parte imprescindible de la sociedad o la civilización, pero carece de poder (ni siquiera las élites, que no dejan de ser parte de esa sociedad) para modificarla. Ésta sociedad, éste enorme abstracto, se retroalimenta de los individuos, educa a las élites, crea las estructuras y sujeta al sujeto.

Todo éste tinglado no deja de ser la pescadilla que se muerde la cola. El sujeto nace en sociedad. El sujeto ayuda a crecer a la sociedad. ¿Es posible romper éste círculo vicioso? ¿Es siquiera bueno romperlo?

Lo comentaré más adelante, pero quiero centrarme en la idea de ruptura. ¿Cómo va a romper el sujeto con su sociedad y cultura? Por su propia definición, al crecer en comunidad, el individuo bebe de éstas y se convierte en lo que la sociedad desea. Es una idea terriblemente determinista y que a muchos no gustará, pero es así.

Por supuesto, aquí muchos me dirán que no es así, que existe el libre albedrío, que tenemos libertades y derechos. Que elegimos lo que queremos hacer y cómo queremos hacerlo…



La sociedad nos dice qué hacer, cómo hacerlo y cuándo hacerlo en todo momento. ¿Quieres tener un buen trabajo? Estudia ésta carrera. ¿Deseas llamar la atención y ser único? ¡Haz esto como todos los demás!  Forma una familia. Haz ejercicio. Come cuatro o cinco veces al día. Pasa tiempo con tus amigos. Haz feliz a tu pareja. Lee periódicos. Viaja. No consumas en exceso. Dona dinero a las ONG’s. O no lo dones. Vota. O no votes. Adopta una niña china. Mantén el contacto con tu familia. No abandones a tus mayores. Leches, es que es algo tan evidente que hasta la publicidad se hace eco y mofa de ésto:



Los mensajes, muchas veces contradictorios, se entrecruzan. El pensamiento original y único ha quedado relegado en una serie de actos que trata de crear sujetos iguales. Con las suficientes diferencias para que se sientan únicos y realizados, idea basada en los mensajes contradictorios, pero que en esencia son la misma criatura.

Pongamos el ejemplo de los perroflautas (dicho con todo el cariño del mundo) que pululan por las facultades de Políticas y Filosofía. En su afán por volverse únicos y antisistemas han copiado y perpetuado unas pautas que los acaba definiendo como grupo. La sociedad ha asimilado y hecho suyas éstas pautas y enviando un mensaje: ¿quieres ser único y rebelarte contra la sociedad? Haz esto que te decimos. Y en el proceso no dejan de ser un elemento más del conjunto. Parece increíble, pero es la sociedad quién les dice cómo salir de la sociedad. Y sin que lo sepan siguen formando parte del conjunto. 

Como decía, ¿se puede luchar contra esto? Sí. ¿Se puede erradicar? No. Pero un no bien rotundo. Como suena, con todas las letras. 

¿Cómo hacerlo? En serio, ¿cómo podemos erradicar una parte de lo que nos hace ser lo que somos? ¿Haciendo sociedades cerradas y más pequeñas? Lo único que conseguirías, como ocurre en los pueblos con escasa población, es crear un clima opresivo.

¿Cambiamos el modelo educativo? ¿Lo hacemos completamente público? Si pensamos eso olvidamos que el Estado es una herramienta de control y manipulación, una de las más fuertes (pero no sofisticadas) del abstracto es que es la sociedad. ¿Lo privatizamos entonces? ¿Para qué? ¿Para conseguir una homogenización basada en el poder económico de cada familia? Probablemente el elemento normalizador fuera aún mayor y sólo conseguiría que los ricos fueran una élite más fuerte todavía.

Algunos aquí hablarán de que éste elemento normalizador no es tan malo. Que al final estoy dando la razón a los comunitaristas (y esos sujetos tan simpáticos como son los nacionalistas) cuando razono así. Tal vez tengan razón, tal vez el colectivo sea lo reinante. 

Pero aquí, que es cuando llego al final y retomo la preguntada de si es bueno romper ese círculo vicioso, pretendo denunciarlo. Pretendo que quede claro que me parece una idea horrible. 

Sí. Lo es. Lo es si queremos ser libres por completo. ¿Es ésta libertad una quimera? Para Foucault así era, al menos hasta que se fue a Estados Unidos y, digamos, amplió su círculo de amistades.  

A lo que iba, si se impone (esta palabra tal vez no sea la mejor por sus connotaciones) la idea de individuo como elemento central, por su propia definición, se dejará atrás la idea de colectivo, que tantos problemas nos ha dado hasta ahora. 

Pero tampoco podemos dejar atrás a la sociedad aunque sólo sea, como diría nuestro ministro de interior, por preservar la especie. Se hace necesario pues encontrar una forma de unificar la idea de individuo que crezca con la suficiente libertad en sociedad para crear como individuo único. La socialización y normalización resulta inherente, pero hemos de buscar una forma de hacer que ésta sea mínima.

Para ello hemos de encontraren un sistema político que nos permita conjugar ambas ideas. Pero eso, amigos, es otra historia y será una futura entrada en el blog.

Así que me despido con esto, que nunca está de más:



¡Limpiad ese Ruck!